miércoles, 23 de enero de 2013

Llo Botz y la Gran Masa Rosa

Llo Botz y la Gran Masa Rosa


Era un día soleado, como esos en que se antoja un helado y un buen chapuzón en el agua; el tiempo se veía lento y a la gente parecía pesarle el sol sobre los hombros. A todos excepto a Llo Botz, un robot hecho de hoja de lata a quien parecía no importarle el calor, puesto que cuando lo hicieron, le incluyeron un sistema de hidratación tan efectivo, que resistía las más altas temperaturas posibles de existir en la faz de la Tierra. Su ceño parecía burlón, como si le diera gusto saber que mientras los demás estaban acalorados, él estaba muy fresco, tanto que se reía cada vez que alguien pasaba frente a él secándose el sudor de la frente.

Como Llo Botz no sentía calor, decidió dar un paseo por el parque. Abrió la puerta y al mismo tiempo que Bolillo, un gato café, regordete y juguetón, salió decidido a presumir su frescura. Mientras Bolillo se restregaba entre los árboles y jugaba con los dientes de león, Llo Botz caminaba saludando a sus amigos que pasaban por ahí comentando : “Que lindo día el de hoy, ¿no creen?”. Quienes lo escuchaban hacían gestos demostrando lo contrario, el calor no permitía que emitieran sonido alguno y no se movían a menos que fuera necesario para alcanzar el cobijo de las sombras de los árboles.




Caminando con desdén, Llo Botz de pronto sintió algo bajo su pie, era una sensación pegajosa y desagradable, al voltear se dio cuenta de que había pisado una goma de mascar. Trató de despegarla de su pie frotándolo contra el pasto, pero esto no ayudó. Bolillo, al ver lo que ocurría con su amigo se acercó para ayudarlo, después de muchos intentos fallidos se encontraban los dos pegados con la masa rosa que cada vez se estiraba más y más. Bolillo corrió tras el diente de león que pasaba frente a sus ojos, volando arriba y abajo empujado por el aire, eso sólo logró que el chicle se hiciera más y más grande, sin despegarse de ninguno de los dos. En el camino, Bolillo se tropezó con un perro, quien al tratar de perseguirlo solamente consiguió terminar atorado la Gran Masa Rosa. El señor H, dueño del perro corrió tras ellos para tratar de separarlos, pero sólo consiguió terminar atorado en la Gran Masa Rosa. Así los cuatro intentaban safarse de su enredo, corrían para lados opuestos pero al final se juntaban de nuevo y no lograban separarse.

El señor y la señora M caminaban acompañados de R,S,T,U yV, sus 5 hijos, quienes agarrados de la mano entre si se reían al ver el intento de los demás por separarse del enredo de la Gran Masa Rosa, sin embargo reían tanto que se tropezaron de tal forma que terminaron atorados dentro de la Gran Masa Rosa. Sus padres al ver esto, se acercaron y tiraron y tiraron para intentar soltarlos de ahí, lo único que lograron fue terminar atorados en la Gran Masa Rosa. La bola se hizo cada vez más y más grande, no podían decidir hacia donde moverse y entre todo el lío se fueron sumando el vendedor de helados, los hermanos Z, las señoras que salían de la iglesia, los niños que jugaban en el parque y el presidente municipal que había salido para observar el alboroto. La mitad del pueblo se encontraba atorado en la Gran Masa Rosa. El calor hacía que la goma estuviera muy pegajosa y lo único que podían hacer era esperar, así, atorados, a que lloviera para que el agua pudiera deshacer el enredo que se había ocasionado por la Gran Masa Rosa.

Laminita
Twitter: @alinatm

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